Llegué tarde a las aplicaciones de citas. Pero da igual porque entre el meneíto de aquí y de allá, resulta ser peor que cualquier cita a ciegas que te hacen tus amigas con el chaval de turno que, o se ha divorciado apenas, o no ha encontrado a la mujer de sus sueños (narcisismo puro, ya sabemos). Así que quedé con uno, con dos o siete, da igual. Para el caso, ninguno me apeteció de verdad seguirle a su casa y con el que sí, él no quiso. O le dio miedo o no era su momento, o simplemente la luna llena o la luna nueva o Neptuno en tránsito o lo que leches diga la astróloga en Instagram de turno.