A Meghan O’Gieblyn no le incomoda admitir que tiene más preguntas que respuestas. Eso no quiere decir que esta licenciada en Literatura Inglesa no haya buscado desesperadamente estas últimas a lo largo de su vida. Criada en una familia profundamente cristiana y evangélica del Medio Oeste de EE UU, O’Gieblyn (Boston, 1982) encontró durante mucho tiempo certezas en la fe. Hasta que comenzó a cuestionar algunas convicciones y todo empezó a desmoronarse. Quedó huérfana, lidiando con inquietudes existenciales que a menudo se sentían abrumadoras. Entonces recurrió al transhumanismo, el movimiento filosófico y social que aboga por el uso de la tecnología para potenciar nuestra capacidad. Se sumergió en sus teorías… Hasta que, una vez más, sintió que no eran suficientes.