A media tarde aragonesa, al cobijo de una sombra solitaria, Antonio Monreal apunta a lo más alto de una casa vecina y recuerda el golpe de los dedos de José Donoso sobre la máquina de escribir hace más de medio siglo.
A media tarde aragonesa, al cobijo de una sombra solitaria, Antonio Monreal apunta a lo más alto de una casa vecina y recuerda el golpe de los dedos de José Donoso sobre la máquina de escribir hace más de medio siglo.