
Cuando un juez federal falló la semana pasada que los venezolanos podían renovar su protección migratoria temporal en Estados Unidos, tras meses de litigio con el Gobierno de Donald Trump, apenas unas 20 personas se reunieron para celebrar afuera del restaurante el Arepazo, en Doral, Florida, un punto neurálgico del mayor enclave de venezolanos en el país.