El olor a humo impregna el aire a cientos de metros a la redonda. Las llamas asoman en los pisos más altos de un par de edificios. Frente a los bloques ennegrecidos de Wang Fuk Court, el complejo residencial de 1.984 viviendas repartidas en ocho torres de 31 plantas que el miércoles ardió en Hong Kong, vecinos, voluntarios y curiosos se congregan en torno a las cintas policiales. Observan el ir y venir de los equipos de emergencia, que más de 24 horas después del inicio del fuego siguen trabajando sin descanso para enfriar las estructuras y localizar a los desaparecidos.
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