Las movilizaciones antigubernamentales del fin de semana en México han abierto un surco de críticas hacia el Palacio Nacional por la contundencia de la fuerza pública al responder a los desmanes de los manifestantes en una protesta que ya nacía del malestar social por la situación de violencia en el país. El oficialismo, interpelado por los reclamos de una convocatoria difusa en sus pedidos y en sus protagonistas, ha buscado a toda costar desactivar esa deriva de desgaste hacia el Gobierno. Los pesos pesados de Morena han cerrado filas en torno a la gestión de Claudia Sheinbaum y, en las últimas horas, han salido a atajar las críticas sobre la represión de las protestas. El senador Adán Augusto López y el diputado Ricardo Monreal, líderes del Congreso mexicano, contrario a lo acostumbrado, han aparecido juntos para respaldar las decisiones tomadas desde el poder. “Es una embestida desde la parte más oscura de la derecha mexicana, incluso con participación internacional”, ha sostenido el líder del Senado en respuesta a la ferocidad vista al final de la marcha del sábado. Luisa María Alcalde, la dirigente nacional de Morena, se ha unido al abrazo de cobijo. “Los usureros, los conservadores vendepatrias y la derecha internacional se toparon con pared. El pueblo de México es mucha pieza y tiene mucha presidenta”, ha sido la contestación. Las movilizaciones han tenido como reclamo base la exigencia de frenar la violencia en México, un ruego avivado por el asesinado del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, que llevaba de la mano la proclama “fuera Morena”.
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