Son tiempos en los que ondear una bandera mexicana por las calles de Estados Unidos significa un acto de rebeldía. Más de 72.000 aficionados, en su mayoría mexicanos, coparon el estadio NRG de Texas para ver una vez más el clásico de clásicos de Norteamérica: Estados Unidos contra México. Los mexicanos fueron locales, una vez más y en momentos de máxima tensión por las políticas migratorias de Donald Trump. El tricolor, vestido de negro y oro, tumbó a EE UU 2-1 para quedarse con la Copa Oro.