El bochornoso error en el cálculo de las tarifas eléctricas, que terminó con la reciente salida del ministro de energía, parece consolidar este 2025 como un annus horribilis para la institucionalidad eléctrica chilena. El caótico apagón de febrero, que dejó sin suministro a la mayor parte del país, expuso la fragilidad de un sistema que durante décadas se había presentado como modelo de estabilidad. Las recriminaciones cruzadas entre las distintas autoridades eléctricas por este episodio, sumadas al lapidario informe de la Contraloría y a la posterior formulación de cargos de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles contra el Coordinador Eléctrico Nacional, dieron forma a una imagen preocupante: la de una institucionalidad sumida en una profunda crisis.