Durante siglos, el mar ha sido visto como frontera, como amenaza o como escenario de descanso. Pero hoy, gracias a la ciencia, también lo reconocemos como un espacio de entrenamiento y de renovación. No es casualidad que muchas personas se sientan en libertad tras un baño en la playa. El agua salada, el horizonte abierto, el vaivén de las olas… Todo en el entorno marino parece favorecer una forma distinta de estar en el mundo. Y si a eso se suma el movimiento, el cuerpo en acción, los beneficios se multiplican.
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