Desde que nació, los padres de Katharina quisieron educarla como una niña normal. Pero aquella obsesión se daba de bruces contra el destino… La criatura llevaba un apellido perteneciente a un antepasado que representa la antítesis de la normalidad: Richard Wagner. Quizás no haya existido en la historia del arte universal un personaje que atraiga alrededor tantas pasiones encontradas. Hablamos de un paradigma de genio total, no solo en la música. Es junto a Bach, Mozart, Beethoven, Verdi o Mahler uno de los mayores en ese aspecto, pero también en la concepción del arte que circunda al género en que destacó, la ópera, y que implica también una poética, una dramaturgia, un conocimiento de la escena, de la técnica requerida, de la interpretación…Adorado casi religiosamente por muchos de sus partidarios, creador de un lugar de peregrinaje como Bayreuth, donde cada año se representan exclusivamente sus grandes títulos; admirado en diversos campos, precursor del camino hacia el apocalipsis en la música contemporánea, si Bach representa la conexión divina, Beethoven la radicalidad humana y Mozart el lado luminoso del alma, Wagner es el rey en gran parte del lado oscuro. Junto a pensadores y poetas precedentes, colocó gran parte de los pilares de la cultura alemana, cuya preeminencia en Europa quedó arrasada tras la utilización perversa que de ella hicieron los nazis. Aun así, su obra ha sobrevivido incluso a esa maldición, pese a que algunos de sus herederos, como su nuera Winifred en los años treinta, conectaran frívolamente el legado del músico al de los demonios totalitarios.Ahora que estos regresan, quienes guardan sus esencias, con Katharina Wagner al frente de un Bayreuth que comienza el 25 de julio, saben que tienen una oportunidad única para unirlo a la luz. Y así ha sido desde que su tío Wieland y su padre, Wolfgang, modernizaran radicalmente el festival wagneriano en la segunda mitad del siglo XX. Entonces, ambos buscaron despegarlo de aquel pasado conscientes de que lidiaban siempre con una figura, cuando menos, controvertida. Un referente siempre sostenido en el difícil equilibrio de quien resulta un genio sin discusión en el arte, un visionario en ámbitos políticos como la ecología, pero a la vez un ser humano a menudo despreciable por sus aptitudes ególatras, su deslealtad sistemática a quienes lo idolatraban o sus posiciones racistas. Katharina Wagner es consciente de ello. Por eso sabe que las miradas siempre estarán puestas en ella. Y más cuando ha elegido dedicarse a la dirección de escena y se ha convertido en la séptima descendiente en dirigir el festival que creó su tatarabuelo. Lo hace ejerciendo un poder palpable —ella tiene las llaves de la colina y decide quién entra o no al santuario— en todo el espectro wagneriano universal, pero también entre críticas feroces, a las que está acostumbrada y que la persiguen lejos incluso de Alemania. Así ocurrió con el montaje de la ópera Lohengrin que estrenó el pasado marzo en el Liceu de Barcelona, donde convirtió al héroe embarcado generalmente en un cisne blanco en un enigmático portador de la oscuridad. Ella acepta esas críticas con naturalidad y hasta las agradece: “Me parece bien que la producción del Liceu haya sido recibida con polémica y que el público haya querido debatir sobre ella”.
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Katharina Wagner : “Puedes admirar la música de Richard Wagner, pero sus posiciones antisemitas son totalmente despreciables”
- by Jesus Ruiz Mantilla
- 12 de Julio de 2025
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- 4 días ago