Todavía estaba en plena celebración tras ganar la Eurocopa, medio aturdido por los festejos, sin conocer aún la magnitud de la conquista (si es que alguna vez la conocerá), y a Lamine Yamal no dejaba de vibrarle el teléfono. Todo eran felicitaciones para un niño que acaba de subirse a lo más alto de Europa con 17 años, edad en la que la mayoría de los mortales llevan una vida anónima en la ESO, y en la que otros inmortales superconocidos como Messi y Cristiano todavía no se habían estrenado en sus respectivas selecciones.
El mensaje de Lewandowski a Lamine Yamal y la clave del éxito del Barcelona

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