Cientos de miles de personas, unos 300.000, según los organizadores y la policía, se han manifestado en la capital de Hungría desafiando así las políticas ultras del Gobierno del primer ministro, Viktor Orbán, que había intentado vetar la protesta, organizada por el Ayuntamiento de Budapest para celebrar el Día Internacional del Orgullo. Además, la policía había autorizado dos marchas de la extrema derecha con recorrido similar al de los colectivos LGTBIQ+.