“La naturaleza dio a [la comarca de] A Limia todos los elementos para su riqueza y bienestar”, adoctrinaba en 1831 Juan Manuel Bedoya, canónigo cardenal de la catedral de Ourense. “Tantas ventajas naturales reclaman altamente los auxilios del arte para remover el único obstáculo que hace siglos se opone a su opulencia”, continuaba argumentando el religioso. “Este es el grande y pestilente charco de la laguna Antela, enemigo declarado de la industria agrícola, de la granjería pecuaria y de la misma humanidad… Despide vapores fétidos y mortíferos que vician el ambiente… inmundo, inútil y nocivo charco, germen de podredumbre y mortandad”, clamaba subiendo el tono el sacerdote. Después de despacharse a placer, Bedoya dejaba una pregunta suspendida en el aire, en su campaña de excomunión del humedal y en pro de la desecación y el aprovechamiento agrícola del terreno: “¿Ha de ser tan adversa la suerte de A Limia, que le esté cerrado para siempre el paso a los campos de su felicidad por la triste agua de esa laguna aborrecida?“.
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Antela, la gran laguna ‘excomulgada’ y aniquilada, recobra vida con ayuda de las vacas de Samuel
- by Silvia Rodriguez Pontevedra
- 14 de Septiembre de 2025
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