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El caos de Machu Picchu amenaza con hacerle perder el estatus de Maravilla del Mundo

A fines de 1999, un aventurero de procedencia canadiense y suiza tuvo una idea ambiciosa: elegir a las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, en la era del Internet. Bernard Weber, aviador y productor de documentales, creó un concurso innovador donde por primera vez se podía ejercer el voto desde cualquier lugar del planeta. Tan solo había que tener acceso a una computadora o un celular con mensajes de texto. Aunque no contó con el aval de la Unesco —enfatizó que muchos quedarían al margen por no contar con un dispositivo tecnológico—, la competición organizada por la New Open World Corporation gozó de una repercusión histórica.

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