María se mueve implacable entre las viñas bajo el sol de la mañana de agosto, como si no existiera el mundo más allá del polvo y de las uvas. Tras 23 años trabajando en los campos de California, esta mujer de unos 45 nacida en Michoacán, en el oeste de México, pero criada al sur de la frontera con Estados Unidos es, ella sola, una línea de producción completa. Recoge dos cajas grandes de uvas verdes y las lleva a la pequeña estación donde las selecciona y las empaca. Son 60 personas que hacen lo mismo, cada una asignada a su hilera bajo el parral. Al final de la jornada, esas manos migrantes habrán producido incontables kilos. Así, día tras día, durante décadas han hecho de esta su propia tierra.
Fotografía:
Gabriel Osorio y Nicholas Dale
Diseño y layout:
Mónica Juárez y Ángel Hernández