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Más de 3.500 plantas, cascadas y operetas en directo: así fue la residencia de Roberto Burle Marx

La fachada del estudio de Burle Marx procede de un edificio neoclásico demolido en la década de 1970 y reinstalado años después.

Rumbo hacia el oeste, a unos 50 kilómetros de la ciudad de Río de Janeiro por un periplo que bordea la costa, atravesando los barrios de Tijuca y Recreio, un discreto cartel señala la llegada a Sítio Roberto Burle Marx, que exige máxima atención si la geolocalización no funciona. Su modesto tamaño contrasta con la monumentalidad tanto paisajística como cultural que espera al visitante tras la barrera que custodian varios agentes de seguridad; uno para comprobar que su nombre está en la lista (previa reserva en esta web) de la próxima visita, y otro para abonar el pago en efectivo de los 10 reales brasileños (1,57 euros al cambio actual) que cuesta acceder al recinto.

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El porche principal de la vivienda, que da a uno de los lagos de la hacienda.Los jardines albergan una impresionante colección botánica e intervenciones escultóricas.La capilla de Santo Antônio da Bica, del siglo XVIII, es uno de los edificios que ya formaban parte de la finca cuando Burle Marx la adquirió.Arquitectura y naturaleza se dan la mano en los estanques con elementos escultóricos diseñados por el propio Burle Marx.Este espacio, que Burle Marx usaba como estudio, aúna tradiciones portuguesas y brasileñas. Los azulejos azules son del propio paisajista, de 1967. Las lámparas de hierro cuentan con diseños florales también diseñados por el artista. La sala de la cerámica cuenta con un techo más alto de lo normal, debido a la altura de unas puertas de iglesia que Burle Marx había adquirido.La cocina de piedra fue un proyecto de Rubem Breitman y Haroldo Beltrão.Interior del estudio.

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